Hablemos sobre Ser Voluntarios
En
esta oportunidad, quise traer como reflexión un tema que considero importante
para quienes buscamos contribuir desde nuestros espacios a un mundo sustentable,
ser voluntario. Normalmente solemos asociar este término, con realizar acciones
en beneficio de otros gratuitamente, la cual es una manera bastante objetiva y
racional de entender lo que significa ser un voluntario. Sin embargo, en esta
oportunidad quisiera profundizar un poco e invitarlos a considerar lo que
supone ser voluntario de lo que sea.
Preguntas
como ¿por qué haces eso? ¿Para qué vas allá? y por sobre todas ¿y cuánto te
están pagando por hacer eso? son las más comunes que recibimos las personas que
decidimos colaborar desde lo que somos y podemos para causas que generen alguna
empatía con nuestro ser, y que algunas veces no son económicamente remuneradas.
Es esta empatía la que logra hacer match entre el voluntario y la causa por la
cual está ayudando, algunas veces utópica, otras veces abstracta. Desde mi
experiencia, creo que los voluntarios disfrutamos saber que pertenecemos a
iniciativas que generan grandes impactos, y que nuestra colaboración ayuda a
solucionar situaciones que consideramos equivocadas; como niños en la calle,
indigencia, animales abandonados, y un muy largo etc.
Hace
ya algunos años alguien me dijo, palabras más palabras menos: una manera de
conocerse a sí mismo, es en el encuentro con el prójimo. Con el pasar de los
días quedé rumeando y dándole vueltas en mi cabeza a esta frase. Desde mi
perspectiva logré comprender que es cierto, muchas veces cuando desarrollamos voluntariados
conocemos potencialidades nuestras que por alguna razón no habíamos
desarrollado, y que dada la necesidad y el contexto apropiado, surgen
naturalmente y vienen a contribuir con nuestro desarrollo personal y profesional.
No estoy hablando solamente de elementos como liderazgo, trabajo en equipo,
tolerancia, manejo de proyectos, resolución de conflictos, negociación o manejo
efectivo del tiempo, que suelen ser beneficios que se adquieren, sino también
otras más específicas como: construir, cocer, aprender otro idioma, recreacionar
niños, dar clases, sembrar, pescar, criar animales, etc. Las cuales nos invitan
a visitar nuestra zona de aprendizaje, ampliando así nuestra zona de confort y
haciéndonos seres humanos más completos con más herramientas para afrontar la
vida.
Pertenecer
a iniciativas voluntarias es toda una experiencia enriquecedora, es muy valido
que tengamos la motivación intrínseca y desinteresada de pertenecer a causas
sociales. Sin embargo, considero medular que hagamos de ese ímpetu y motivación
intrínseca nuestra vida cotidiana, esa es la invitación que hoy les quiero
hacer. Es muy hermoso cuando realizas tu trabajo cotidiano con la motivación
intrínseca de saber que estas contribuyendo al desarrollo sostenible de tu entorno,
tener la certeza que desde tu espacio y momento individual eres valioso para
causas de impacto mayor. Es algo similar a una vieja moraleja: Están dos hombres, uno al lado del otro, y
viene un tercero a preguntarle a ambos qué están haciendo, el primero dice “estoy
pegando ladrillos” y el segundo responde “estoy construyendo una catedral”.
Seamos constructores de catedrales donde sea que estemos.
Desde
un punto de vista personal, creo que debemos ser voluntarios para nosotros
mismos; voluntarios para levantarnos con ánimo por las mañanas, voluntarios
para salir a querer hacer las cosas mejor que como las hicimos ayer, voluntarios
para saludar con una sonrisa a donde sea que lleguemos, voluntarios para saber que
mañana tenemos que ser mejores que como estamos siendo hoy, voluntarios para
impactar positivamente todo lo que nos rodea, en fin ser voluntarios con
nuestro propio crecimiento. Creo que si logramos ser este tipo de personas
voluntarias el mundo puede ser un sitio mejor para convivir, gracias por su
tiempo y recuerden siempre que, muy a pesar de las adversidades y contextos
adversos, la sustentabilidad es posible.
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