Intentemos Hablar sobre Espiritualidades en Relaciones Sociedad – Naturaleza
Hoy intento
aportar elementos a un debate que considero capital para la compresión de las
relaciones sociedad – naturaleza ¿influye nuestra espiritualidad en la manera cómo nos relacionamos como sociedad
con la naturaleza? Es una pregunta que hace tiempo me viene dando vueltas en la
cabeza.
Luego de
un tiempo leyendo y esforzándome por entender la Laudato SI, es una pregunta
que considero capital para mas o menos entender el ánimo voraz de la humanidad
por consumir y descartar energía y materiales. Es así que hoy, entre Alejo,
Jandry y yo, queremos sembrar esa inquietud en ti.
Introducción
Intentando
aportar una aproximación analítica a las relaciones contemporáneas entre
sociedad y naturaleza en el mundo occidental, mayoritariamente cristiano, pienso
fundamental considerar la dimensión espiritual de la sociedad. En este sentido,
es capital realizar un análisis a profundidad del mito de la creación presente
en la Biblia y que pertenece a la tradición judeocristiana, propia de la
occidentalidad.
Durante la
segunda mitad del Siglo XX, la humanidad vivió una etapa de aceleración
metabólica nunca vivida. Desde entonces, el ritmo con el que se extraen,
transforman, consumen y desechan materiales evidencia impactos en el ambiente,
que ya en la década de los 80s comenzó a generar preocupaciones. Del mismo modo
que, continuando con lo vivido a finales del Siglo XIX e inicios del XX, el
modelo capitalista se expandió globalmente, anclándose en la energía muy
rentable obtenida de combustibles fósiles, el avance en el desarrollo de medios
de transporte y nuevas herramientas de la comunicación que posibilitaron a la
occidentalidad europea y norteamericana llegar a los confines dl planeta.
La extensión
del capitalismo, con su principal objetivo de maximizar ganancias y buscar
constantemente nuevas técnicas que puedan reducir los costos de producción; se
ve atravesado por una manera de entender la naturaleza, y de cómo los humanos,
desde lo individual hasta lo social, se relacionan con ella. Es aquí, donde en
las próximas páginas se busca analizar la influencia existente entre el mito de
la creación en la tradición judeocristiana con las relaciones actuales entre la
sociedad y la naturaleza, con la derivación en la llamada Teología de la Prosperidad como una manera de entender el evangelio
donde, la manera de demostrar que el alma de una persona ha sido seleccionada
por Dios para la salvación pasa por demostrar la prosperidad y el bienestar
material, lo que ha influido en las relaciones que estas sociedades
capitalistas tienen con el entorno, para capitalizar recursos materiales y
económicos.
Además de
esta realidad que se vive con el capitalismo, también es conocido que en los
pueblos nativos de América (en adelante, sustituyo el término América por Abya-Yala),
desde su cosmogonía originaria con sus propios mitos, sus propias maneras de
entender las realidades tienen una relación con la naturaleza diferente al de
la occidentalidad hegemónica. Por lo que interesa conocer las diferencias entre
esas relaciones sociedad-naturaleza entre pueblos del Abya-Yala con la
cristiandad occidental, para poder así observar la manera en cómo, desde la
cristiandad basada en el mito de la creación, reformada por el calvinismo y derivada
en la Teología de la Prosperidad
vienen a diferenciarse de manera fundamental con las relaciones
sociedad-naturaleza originarias en el Abya-Yala. Así, pienso aportar
ideas y planteamientos a un debate que ayude a comprender los conflictos
existentes en territorios habitados por pueblos originarios, víctimas de
procesos históricos de genocidio, epistemicidio y persecución por la sociedad hegemónica;
y así intentar responder a ¿Cómo influyen los mitos creacionales en las relaciones
sociedad - naturaleza en el mundo occidental de tradición judeocristiano, y en
pueblos originarios del Abya-Yala?
- Mito Creacional Judeocristiano
En el libro
del Génesis se expone el mito de la creación, referencia para la tradición judeocristiana,
siendo este el primer capítulo de la Biblia cristiana y de la Torah judía. Aquí
se establece el origen de la naturaleza, el humano y todo cuanto existe en el
universo. Expone en el Capítulo Primero, entre los versículos 26 y 30:
26 Y dijo Dios: “Hagamos al hombre a
nuestra imagen conforme a nuestra semejanza; y tenga dominio sobre los peces
del mar, y sobre las aves de los cielos, y sobre las bestias, y sobre la tierra
y sobre todo animal que se arrastra sobre la tierra.
27 Y creó Dios al hombre a su
imagen, a imagen de Dios lo creó varón y hembra los creó.
28 Y los bendijo Dios y les dijo
Dios: “Fructificad y multiplicaos; y henchid la tierra y sojuzgadla y tened
dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves de los cielos y sobre todas
las bestias que se mueven sobre la tierra.
29 Y dijo Dios: he aquí que os he
dado toda la hierba que da semilla que está sobre la faz de toda la tierra; y
todo árbol en que hay fruto de árbol que da semilla os será para comer.
30 Y a toda bestia de la tierra, y a
todas las aves de los cielos y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en
que hay vida, toda hierba verde les será para comer. Y fue así. (p. 02)
Imagen 1: la creación de Adán,
pintura de Miguel Angel en la Capilla Sixtina, Roma
Tal como
establece en estos cinco versículos, se habla de un dominio que el dios
judeocristiano le otorga al hombre sobre todo ser vivo, con énfasis en el
versículo 28, para multiplicar la especie humana. Desde una mirada teológica,
al leer con detalle estos versículos que dicen de una manera explícita
“sojuzgadla”. Término que no debe ser ignorado ni menospreciado, ya que viene a
contribuir en el entendimiento que la occidentalidad tiene de que todo cuanto
ha sido creado está para ser dominado por el hombre. Observando así, elementos
que dan origen a ideas patriarcales, por ejemplo; aunque en el versículo 27 del
capítulo primero del Génesis dice “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen
de Dios lo creó varón y hembra los creó” también más adelante dice entre los
versículos 21 y 23 del capítulo segundo del Génesis:
21 Y Jehová Dios hizo caer un sueño profundo sobre Adán, y
éste se quedó dormido. Entonces tomó una de sus costillas y cerró la carne en
su lugar;
22 y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo
una mujer y la trajo al hombre.
23 y dijo Adán: Ésta es ahora hueso de mis huesos y carne de
mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada (p.04)
Con esto, aunque en el versículo 27 se
afirma que los creó varón y hembra, más adelante dice que creó a Eva desde una
costilla de Adán; lo que podría ser un aporte a la comprensión que la sociedad
hace al rol de la mujer al servicio del hombre, sin igualdad de condiciones. Como
también se observan nociones patriarcales cuando en el capítulo quinto del
Génesis se presentan las generaciones que descendieron de Adán, haciendo
referencia al linaje masculino.
Se identifica una serie de
jerarquías varón – mujer – naturaleza, es decir: Se crean jerarquías entendiéndolas
como 1) Deidades, 2) hombre, y 3) resto de la creación. Este dios hace al
hombre señor de los animales y de la mujer. La mujer queda en una posición
intermedia en la jerarquía (Valera 1960). Esta manera de comprensión de
jerarquizar la creación de Dios, ha llevado a que el hombre busque siempre
dominar sobre todo cuanto pueda, porque Dios así lo creó y lo dispuso, como
está en el versículo 12 del capítulo segundo del Génesis “y el oro de aquella
tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice” lo que contribuye a un
aporte teológico de la bondad de extraer materiales de la naturaleza buenos para el hombre; así como continúa
con el versículo 15 y 16 del mismo segundo capítulo con “ 15 Tomó, pues, Jehová
Dios al hombre y le puso en el huerto de Edén, para que labrase y lo guardase.
16 Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: de todo árbol del huerto podrás
comer” lo cual también da luces a la comprensión de que Dios creó al hombre con
la intención de que trabajase la tierra, para poder alimentarse y servirse de
ella, es decir como dos elementos diferentes, que uno sirve al otro.
Estos aportes van configurando toda
una cosmogonía en la occidentalidad, una manera de comprender el rol que tiene
el hombre para con la naturaleza y la naturaleza para con el hombre, todos
elementos que, con la reforma protestante y algunos cambios de manera de
comprensión, vendrán a configurar las bases de un capitalismo hegemónico que
determina relaciones entre la sociedad y la naturaleza, estableciendo qué es lo
correcto y qué no.
- La Ética Protestante, la Teología de la Prosperidad y
su influencia en la expansión del capitalismo
Teología de la Prosperidad
Los pilares principales del
evangelio de la prosperidad son sustancialmente dos: 1) bienestar económico y 2)
salud (Spadaro 2019: 246). La teología de la prosperidad se la puede entender
como una corriente teológica neopentecostal evangélica, cuyo principal objetivo
es la convicción de que Dios quiere que sus fieles tengan una vida
próspera, es decir, que sean 1) económicamente prósperos, 2) saludables en el
aspecto físico e 3) individualmente felices. El riesgo de esta teoría es
transformar a Dios en un poder a nuestro servicio (Spadaro 2019: 243). Todos
estos elementos de la llamada Teología de
la Prosperidad, configuran actualizaciones que ha venido teniendo la
corriente calvinista en la reforma protestante, que ya desde el siglo XVI ha
venido planteando que la prosperidad y bienestar material, son señales de que
Dios ha elegido a esa persona para salvar su alma y llevarla al reino de los
cielos, por lo que una persona fiel creyente de esta vertiente buscará siempre
la manera de ser próspero para demostrar que ha sido seleccionado por Dios
desde los tiempos de la creación, para ser salvo.
Los grandes poderes económicos en
muchas de las naciones del norte europeo y americano, suelen practicar los
planteamientos de esta teología, donde el ahorro y la inversión son pilares
fundamentales para poder demostrar la salvación, siendo estos el germen de los
grandes capitales, primero nacionales y luego transnacionales.
Existen dos características
importantes de estos movimientos que son primero los pactos firmados por Dios
con su pueblo, este concepto del Dios de
los Pactos es que, como los cristianos son hijos espirituales de Abrahám,
también son herederos de derechos materiales, bendiciones financieras y
ocupaciones territoriales. Mientras que la segunda característica son las Semillas y cosechar se entiende ante
todo como un hecho económico, que se mide en términos de retorno de la
inversión. (Spadaro 2019: 247). Esta característica de las llamadas Semillas viene a ser una característica
actualizada en el siglo XX de lo que ya se venían planteando grupos puritanos
del norte de América (de corriente calvinista) donde se cree que, debido a que
Dios ya desde la creación del universo decidió quienes están salvos y quienes
no, por ejercicio de su soberanía divina, quienes ya están salvos y en
consecuencia son prósperos materialmente no deberían utilizar su riqueza ni
para ostentar lujos ni para la caridad con los pobres, ya que la pobreza material
y la enfermedad son consideradas evidencias de que Dios no lo ha seleccionado;
por lo que toda esa prosperidad material debe ser utilizada como Semillas en ahorros e inversiones que
aporten más prosperidad y bienestar.
Finalmente, esta creencia busca
demostrar que todo ese bienestar material y salud son evidencias de la Fe del
creyente, por lo que siempre se buscará ese bienestar para demostrarse a sí
mismo que es una persona elegida por Dios. Con todo esto, la creencia o no de
estas teorías, recae una vez más en la exclusiva responsabilidad de cada uno de
los creyentes (Spadaro 2019: 248). Con todos estos planteamientos, se tiene que
el origen calvinista de la Teología de la Prosperidad, unido ya a los
elementos del mito creacional de dominación de la naturaleza por mandato
divino, vienen a ser una combinación para determinar desde hace al menos cinco
siglos las relaciones que las sociedades tienen con la naturaleza. Por un lado,
el mandato divino de sojuzgar/dominar a la naturaleza y en la otra mano la
necesidad de demostrar que el alma propia ha sido seleccionada por Dios para la
salvación, vienen a ser un cóctel para la depredación del planeta, entendiendo
la naturaleza como un medio para saber o confirmar si la persona es buena a
ojos de Dios.
La Ética Protestante
La Ética Protestante es una definición usada en la sociología,
economía e historia que se fundamenta en el énfasis calvinista de la necesidad
de trabajar duro como componente atractivo que explicaría el por qué los países
de mayoría protestante han alcanzado niveles de bienestar material diferentes a
los que no son de mayoría protestante, este es en concepto acuñado por el
alemán Max Weber en 1905 en su libro, La
Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo. Según la doctrina
religiosa del calvinismo, se señala que las evidencias de haber recibido la
salvación y la gracia de Dios son en primer lugar el trabajo duro y en segundo
lugar el éxito personal (Psicología y Mente s.f.).
Imagen 3: portada del libro La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo de Max Weber.
En la doctrina religiosa del
catolicismo, para poder ser parte del reino de los cielos hay que tratar de ser
buenas personas, es decir, que para lograr la gentileza de Dios y llegar a la
salvación es necesario que forjemos buenas labores en vida, como la caridad, la
corrección moral y seguir los mandamientos. Sin cometer delitos ni caer en
pecado, seremos considerados buenas o malas personas merecedoras del buen trato
divino cuando sea nuestra muerte (Psicología y Mente s.f.). Esto es una
diferencia fundamental ya que, en la corriente calvinista, Dios ya seleccionó
desde la creación a todas las personas que irán al reino de los cielos, y en la
vida terrenal el hombre debe es corroborar y tratar de hacer cumplir los
mandatos de Dios.
En la Ética Protestante, las tesis que hablan de salvación se podrían
considerar más bien contrarias a las católicas, esto se debe a que la salvación
y la gracia divina son circunstancias que los decide Dios al momento de nacer o
incluso antes, esto no se da durante nuestras vidas. La relación entre
salvación y ser un individuo generoso, bondadoso y exitoso en la vida es
inversa. La salvación no es consecuencia de portarse bien, sino que ya está
establecido y es Dios quien predestina nuestra salvación y, consecuentemente
nuestra forma de ser. Los protestantes señalaban que se podía saber si un
individuo había sido escogido por Dios para ser rescatada si ella era
atractiva, poseía éxito en los negocios, trabajaba duro, fiel devota al Dios, y
finalmente buena persona (Psicología y Mente s.f.). Toda esta cosmogonía, que
vino como consecuencia de una segunda oleada reformista en el cristianismo del
siglo XVI, vino a configurar lo que son las bases del capitalismo actual y en
consecuencia las relaciones con la naturaleza que se viven, para demostrar la
salvación al reino de los cielos.
La Ética Protestante aporta luces para una comprensión de las
relaciones sociedad-naturaleza actuales desde una dimensión espiritual y teológica,
ya que el análisis meramente económico para comprender las dinámicas
capitalistas depredadoras, más los análisis psicológicos en la valoración de
los derechos individuales, corren el riesgo que no completar el círculo de
todas las dimensiones del humano, donde la dimensión espiritual es un elemento
cultural determinante. Profundizar esta comprensión, ya lo expone el mismo
Weber en La Ética Protestante y el
Espíritu del Capitalismo:
Ahora bien, si algo hay en verdad censurable para la moral
es la satisfacción del descanso en la riqueza, la fruición de los bienes, con
los resultados ineludibles del sensualismo y de la indolencia, así como el
consiguiente desvío del afecto ardiente hacia una vida “santa”. Por el solo
hecho de que al descansar en la riqueza se corra un riesgo, ella es merecedora
de condena, ya que el “eterno reposo del santo” se halla en el más allá;
por eso quien quiera estar seguro de su estado de gracia en este mundo, debe
“efectuar las obras de aquel que le ha enviado, en tanto que es día”. Conforme
a la voluntad indudable de Dios, revelada por Él, aquello que es válido para
acrecentar su gloria no es la ociosidad ni el placer, por el contrario, son las
obras; en consecuencia, el primero y más importante de todos los pecados es
el derroche del tiempo: la durabilidad de la existencia es demasiado breve
y hermosa para consolidar nuestro sino. Desperdiciar el tiempo en la vida
social, propalando murmuraciones, en la opulencia, inclusive, entregándose al
sueño por más tiempo del que requiere la salud corporal, esto es, de seis a
ocho horas, a lo sumo, es del todo reprochable en cuanto a lo moral. (p. 105)
Con este análisis planteado por Max
Weber en su principal obra, se puede observar la importancia que tiene el
trabajo dentro del concepto de la Ética
Protestante, y que viene a contribuir a lo que él llama Espíritu del Capitalismo. El valor
supremo que se le da al trabajo y el desprecio que se da al despilfarro del
tiempo en ocio y pereza, unido al valor del ahorro del dinero, van dejando
semillas para que el capitalismo florezca.
Relación entre Ética Protestante y
Capitalismo
Continuando con el mismo autor, Max
Weber relaciona el protestantismo con el desarrollo económico debido a que el
mundo germánico y anglosajón, especialmente Estados Unidos, Reino Unido, Reinos
Germanos (principalmente Prusia) y Escandinavia, estaban viviendo una expansión
económica importante; además que sus habitantes eran conocidos por ser muy
trabajadores y productivos. Los primeros colonos ingleses, principalmente
calvinistas de tendencia puritana, que se establecieron en norteamérica,
influyeron mucho en el desarrollo económico y social de este país (Psicología y
Mente s.f.).
Son algunos los símbolos exteriores
que la doctrina del calvinismo considera que son pruebas de haber sido
escogidos por Dios. El autor Max Weber utilizó esta tesis de la superioridad
económica del protestantismo frente el catolicismo. Los creyentes protestantes,
con la idea de señalar que han recibido la gracia divina, trabajaban más duro
para hacer que sus negocios sean los más florecientes, puesto que no quieren
aceptar la idea de no haber recibido la gracia de Dios.
Otro factor importante del protestantismo
que Weber relaciona con el desarrollo del capitalismo es su idea sobre el
patrimonio. Mientras que en el catolicismo era mal visto tener mucho dinero, en
el protestantismo era todo lo contrario ¡eso sí! no se puede derrochar el
dinero en ostentaciones superfluas. Dentro de la doctrina religiosa del
calvinismo radical estaba prohibido dar dinero a los mendigos de forma piadosa,
ya que creen que esto va en contra de los designios de Dios, por mucho dinero
que cualquier persona pueda tener.
Así, como un protestante radical no
puede gastar su dinero en cualquier actividad superflua de lujo u ocio para
ellos, ni tampoco deben darlo a los más necesitados en modo de caridad, los
creyentes más adinerados se veían en la obligación de ahorrar e invertir todos los
excedentes financieros (Psicología y Mente s.f.).
Con siglos de estas prácticas
financieras, relacionando la espiritualidad y la economía; en colonias
norteamericana y otras zonas del norte de Europa, se fue contribuyendo con las
condiciones necesarias para el surgimiento progresivo del capitalismo, que con
la advenimiento de la primera revolución industrial, y otras ideas
revolucionarias para la época de la ilustración constituyeron el escenario para
el surgimiento del capitalismo que conocemos hoy día; con unas relaciones
sociedad-naturaleza que han marcado al menos los últimos tres siglos en la
occidentalidad.
- Mitos Creacionales en el Abya
Yala
A pesar de la enorme distancia
geográfica que atraviesan las culturas del Abya-Yala, es posible encontrar
en las cosmogonías locales ciertos puntos en común y ciertas reminiscencias que
forjan otro tipo de relaciones no sólo con la naturaleza, sino con el
territorio todo, siendo este comprendido no solamente por lo tangible, sino
también por aquello que para las culturas no forma parte de este plano de
realidad. La memoria o los ancestros son para muchas culturas, tan importante
como la biodiversidad, el cielo o el subsuelo.
Se tiene en la cosmogonía del pueblo
Mapuche que no se evidencia claramente el grado de distanciamiento que lleva a
la dualidad sujeto-objeto, a la separación entre el concepto formal de
naturaleza y la sociedad, escisiones que signan la concepción moderna de la
ciencia occidental. El hombre no está apartado sino sumergido sensualmente en
la naturaleza material y este mayor vínculo con ella se expresa en sus
representaciones simbólicas, aún cercanas al detalle sensible, palpable y
concreto (Villagrán 2018: 257). Este pueblo cuenta con una conexión entre arte,
ciencia e historia y cosmovisión integrada entre la naturaleza, la cultura y la
enseñanza (Villagrán 2018: 264). Estos elementos todos vienen a configurar un
entendimiento de la naturaleza que caracteriza la manera de relacionarse el
pueblo Mapuche con su entorno.
Desde la cosmogonía y dentro del
pensamiento Maya, cultura y naturaleza interactúan de manera diferente, pues la
segunda es pensada no sólo como proveedora de recursos y bienestar sino antes
que nada, como una alteridad, un interlocutor con el que se establecen
relaciones sociales importantes a nivel simbólico y práctico. Asimismo, la casa
de múltiples seres, también alteridades, que pueblan el espacio e interactúan
con los seres humanos (Estrada 2009).
El texto sagrado del pueblo Maya, Popol
Vuh o Libro de la Comunidad, se
presenta un mito creacional del universo que quizás por las traducciones de
evangelizadores cristianos, puede haber algunos elementos algo parecidos a la
Biblia cristiana. Esto posiblemente se deba al sincretismo y debido a que el Popol
Vuh es una transcripción de relatos orales compilada en el principio del
Siglo XIII. En esta versión de la cosmogonía Maya encontraría no uno, sino dos
demiurgos, Serpiente Plumada y Huracán que desde un vacío cósmico crean el mar
y el cielo y unen ambos. Después proceden a crear todas las plantas, las
montañas y la tierra, pero presenta una disyuntiva ontológica curiosa. Para los
dioses del Popol Vuh, no se crean las cosas y luego se las nombran, sino
que su nombre predata su creación. En este marco, en la Primera Parte del texto
los dioses se sentían solitarios y crean a los animales para que los adoren,
pero estos no podían hablar. Al crear primero el nombre de la humanidad, luego
intentaron desde el barro y otros materiales hacer algo que estuviera a la
altura del nombre, pero fallaron. Hasta que a la humanidad la hicieron de maíz
amarillo y blanco, y esta tenía como obligación adorar siempre a los dioses.
Así, se puede encontrar en el
Capítulo I del Tercer Capítulo del Popol Vuh textualmente lo siguiente:
De Paxil, de Cayalá, así llamados, vinieron las mazorcas
amarillas y las mazorcas blancas.
Estos son los nombres de los animales que trajeron la comida:
Yac (el gato del monte), Utiú (el coyote), Quel (una cotorra vulgarmente
llamada chocoyo) y Hoh (el cuervo). Estos cuatro animales les dieron la noticia
de las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas, les dijeron que fueran a
Paxil y les enseñaron el camino de Paxil.
Y así encontraron la comida y ésta fue la que entró en la
carne del hombre creado, del hombre formado; ésta fue su sangre, de ésta se
hizo la sangre del hombre. Así entró el maíz en la formación del hombre por
obra de los Progenitores.
Y de esta manera se llenaron de alegría, porque habían
descubierto una hermosa tierra, llena de deleites, abundante en mazorcas
amarillas y mazorcas blancas y abundante también en pataxte y cacao, y en
innumerables zapotes, anonas, jocotes, nances, matasanos y miel. Abundancia de
sabrosos alimentos había en aquel pueblo llamado de Paxil y Cayalá. (p. 126)
Imagen 4: Portada de una edición del Popol Vuh
En este fragmento del Popol Vuh
pueden observarse elementos que marcan lo que pueden ser un estilo de
relacionarse la humanidad con la naturaleza, desde lo presentado al crear al
humano de mazorcas de maíz, hasta la participación de animales en la creación
del humano con los dioses, además de la alegría de la que se hace referencia al
encontrar una hermosa tierra. Son estos algunos elementos que se extraen del
mito creacional en el texto que pueden dar luces a una comprensión de las
relaciones sociedad-naturaleza que se tienen en la cultura Maya.
En lo referente a los pueblos
indígenas del estado de Veracruz el nacimiento del universo es presentado en un
sincretismo hecho entre la antigua tradición mesoamericana y el cristianismo.
El principio esencial de la concepción del universo nace de las oposiciones
entre dos partes que se complementan. Entre los tepehuas, el principio dual se
indica en la composición de sus dos divinidades principales: el Sol y la Luna.
Al primero se le asemeja con Cristo y a la segunda con el Diablo. También, cada
uno de los astros contienen de propio e indisoluble una pareja que identifican
como madre y padre y se expresa “su padre y su madre de nuestro Dios”. Los
padres del Sol son San José y la Virgen. Los padres de la Luna se llaman sereno
amarillo, “el que da vueltas”, es decir, el aspecto exterior que refleja la luz
tenue, y sereno rojo, el interior de la Luna, que perturba a las mujeres
(Vargas 2011).
Toda esta diversidad de mitos
creacionales en el Abya Yala, configuran al mismo tiempo una diversidad
de maneras en que estos pueblos se relacionan con la naturaleza, aunque con el
factor común de que no se constituyen en relaciones de dominación a la
naturaleza, son mitos creacionales que aunque muchos han sido influenciados en
un proceso de sincretismo cultural con la cristiandad, se pueden observar aún
hoy día los elementos de la naturaleza en su narrativa, y la no dominación que
los dioses dejaron de humanos para con la naturaleza
- Diferencias de Relaciones
Sociedad - Naturaleza
La espiritualidad es una dimensión
humana que por lo abstracto, muchas veces se cree que no es tan determinante en
el comportamiento humano, de ahí que las personas atribuyan más importancia a
dimensiones como la económica. Sin embargo, toda la construcción de valores
espirituales que desde hábitos culturales se van anidando en el inconsciente de
las personas, vienen a influir en los modos cómo los individuos, y
consecuentemente las sociedades, establecen sus relaciones.
En los pueblos originarios del Abya
Yala, hay relaciones con la naturaleza que tienden a la armonía y
equilibrio entre las sociedades con su entorno. Aunque hay diversidad en las
cosmogonías originarias, también es cierto que hay elementos comunes que influyen
en el comportamiento de estos pueblos. El pueblo Maya y su Popol Vuh son
el pueblo donde se ha recogido de manera escrita y compilatoria muchos de sus
mitos, aunque se trata de un esfuerzo por hacer un paralelismo con la Biblia
cristiana.
Imagen 5: Relación Sociedad-Naturaleza en culturas del Abya Yala
Mientras los últimos siglos de la
occidentalidad cristiana, fuertemente marcada por la reforma protestante
calvinista que ha contribuido a una Teología
de la Prosperidad. Esto, junto a unos planteamientos en el Génesis de la
Biblia, donde Dios hace un llamado a sojuzgar/dominar la naturaleza, porque fue
creada para servir al hombre. Ha tenido efectos devastadores en el planeta, una
comprensión teológica que lleva a dominar la naturaleza, en unas relaciones
desiguales y de poder, entendiendo al hombre (género masculino) como ajeno al
entorno como alguien que, al estar hecho a semejanza de Dios, es superior y en
consecuencia todo lo que le rodea es objeto del que puede (y debe) apropiarse/servirse
(incluyendo la mujer).
Imagen 6: relación Sociedad-Naturaleza de dominación
Diversas maneras de comprender las relaciones
sociedad - naturaleza, desde donde el comportamiento determinará (o influirá)
lo que será la existencia luego de la muerte.
Por un lado, un modo hegemónico eurocentrista, patriarcal que busca
dominar para generar “prosperidad” y en consecuencia corroborar que el alma
individualmente es salva; y en la acera de enfrente toda una diversidad de
cosmogonías que dialogan en condiciones de horizontalidad con la naturaleza, al
entenderse parte de ella, al reconocer su origen mítico como humanidad en la
misma naturaleza y por ello es necesario protegerla, del mismo modo que se
protege a la familia.
- Conclusiones de cierre
Bajo el marco de la Teología de la Prosperidad, como una
consecuencia de la ética protestante, se observan fuertes componentes que dan
importancia a la riqueza material para demostrar que la salvación, mientras que
la enfermedad, la pobreza y la infelicidad no con consecuencia del ocio y
despilfarro de tiempo, son evidencia de que no se ha sido seleccionado por
Dios.
Producto de este breve análisis, se
ha podido identificar cómo el sistema de creencias de cada pueblo se ve
afectado por las narrativas en sus mitos, dando especial énfasis a los mitos
creacionistas que determinan un entendimiento colectivo en los pueblos del rol
que tienen las personas para con la naturaleza; si es una cosa, sí es parte de
la familia, si debe ser venerada o si debe ser dominada.
La cosmogonía de los pueblos influye,
no sólo el entendimiento sino, la forma de vivir de la sociedad, así mismo tiene
un gran impacto en las percepciones del mundo y el rol que las personas deben
tener para con la naturaleza, o viceversa. Todo este análisis e intento de
profundización para responder al cuestionamiento ¿Cómo influyen los mitos
creacionales en las relaciones sociedad - naturaleza en el mundo occidental de
tradición judeocristiano, y en pueblos originarios del Abya-Yala? ha contribuido a una compresión de que la
crisis ecológica global contemporánea; marcada por un capitalismo depredador y
hegemónico, que violenta el bienestar de todos; sí es una consecuencia de las
relaciones sociedad - naturaleza alimentadas desde un mito creacional que
impone la idea de un hombre dominador de todo.
Esta concepción mítica en las cual
la humanidad es “fabricada” establecen no sólo una distancia y separación
ontológica de la humanidad con su entorno natural, sino que suelen derivar en
posiciones de control sobre ese mismo entorno. Posicionando a la humanidad por
encima de la naturaleza y la misma devoción que los dioses exigen de los
humanos, los humanos la exigirán de la naturaleza. Esto también nos posiciona
más cerca de las deidades y, por ende, más importantes que otros seres vivos.
Al mismo tiempo, esta distancia
persona - naturaleza también niega e invisibiliza la ecodependencia de la
humanidad, en la cual todos sus sistemas sociales y su interdependencia está
basada alrededor de ecosistemas con los cuales la humanidad dialoga
constantemente para encontrar bienestar.
La negación de que los humanos
provienen del mundo natural habilita también a tener una ilusión de control
absoluto y total sobre los ecosistemas. A pesar de que la ciencia ha podido
incorporar en sus aproximaciones metodológicas el desbalance de cierta
complejidad con abordajes como teoría del caos o sistemas complejos, la
humanidad todavía posee una episteme que le indica que puede dominar y
controlar la naturaleza, derivando en megaproyectos de infraestructura o áreas
de investigación como la geoingeniería, que nos llevan concluir que los mitos
creacionales sí influyen en las relaciones sociedad – naturaleza, y de manera
determinante.
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